sábado, 25 de abril de 2009

Reviviendo


Debo escoger la canción de las palabras a pesar de mi absurda entonación

aunque las manos tiemblen en el teclado como llenas de un alzheimer u hormigas que se olvidan a dónde lleva su casa


escojo esta forma de llamarte

porque estás lejos

más allá de tus ganas de contestar el teléfono

estás con la cicatriz muerta del odio empañando tus recuerdos

toda la vida que nos llovió con abundancia

que nos decía "aquí están"

llamándonos como a niños que no aprenden


escojo esta débil voz de una noche encerrado en la oficina

esperando que otros completen mi trabajo

las migajas en las que invierto mi tiempo


manipulo letras porque todavía no aprendo otra melodía

porque sucede la tristeza

se acumula como un pan en el pecho de todos los que me rodean

y la tiran por ahí antes de que les pudra

nos la avientan en la cara envuelta en los regalos del insulto

antes de chocarnos el carro

antes de que les den ganas de ir al baño

previo al juego del futbol o la cita con su pareja

la tristeza es el pan que muchos mendigos comemos

porque no tenemos ni un centavo en el bolsillo

o la tarjeta de débito

para comprar felicidades

o al menos para adquirir una computadora y evadirnos por la red fingiendo un desconocimiento del mundo reluciente en la velocidad de yutub

o guguleando hasta encontrar lo que deseábamos y no lo sabíamos

cuando estás tristes sientes el sabor de esa comida obligatoria


pero hay también despilfarrados

que no se acaban las sonrisas que adquirieron

y las tiran incluso fuera del bote de basura

las he recogido

con la dignidad del mendigo autodidacta en que me transformo casi siempre

y me las pongo para ti

si bien no te esfuerzas en reconocerme

en descubrir que desde hace meses estoy divirtiéndome un poco para que me veas

rogando a la rebanada de viento que dejaste en tu lugar que me observes tantito

me pongo los pedazos de alegría ajena encima

como si fueran camisas que me agregaran músculos

para que me añores con alegría

y recuerdes a los árboles moviéndose por nosotros

o el auto lleno de olores nuestros

después de estrujarnos a besos un leve friqueados por estar en medio de un camino de tierra

agarrados a la mitad de una carretera.